Buenos Aires, 2020
Buenos Aires, 2019
Buenos Aires, 2019
Buenos Aires, 2019
Buenos Aires, 2019
Buenos Aires, 2019
Buenos Aires, 2019
Buenos Aires, 2019
Buenos Aires, 2019
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Buenos Aires, 2018
Buenos Aires, 2018
Buenos Aires, 2018
Buenos Aires, 2018
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Buenos Aires, noviembre de 2017
Buenos Aires, octubre de 2017
Buenos Aires, septiembre de 2017
Buenos Aires, diciembre de 2016
Buenos Aires, octubre de 2016
Buenos Aires, junio de 2016
Buenos Aires, mayo de 2016
Entre Ríos, septiembre de 2015
Buenos Aires, octubre de 2014
Buenos Aires, junio de 2014
Buenos Aires, mayo de 2014
Buenos Aires, febrero de 2013
Buenos Aires, mayo de 2011
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"Si algún hipotético tribunal supremo de las artes se hubiera encargado de establecer cuáles fueron las revoluciones más radicales ocurridas en el ámbito de la pintura, es probable que uno de los primeros lugares lo ocupara la irrupción de las corrientes separadas de la representación de la realidad, que a principios del siglo XX redirigieron el quehacer artístico hacia la frondosa e inabarcable selva de la conciencia. Inscripta en esa prolífica vertiente, Stella Maris Guillaume puebla sus diáfanas y armoniosas estructuras geométricas con la delicada y silenciosa música de su experiencia existencial, cuyos acentos emocionales atraen al espectador hacia un campo magnético poblado de incertidumbres e interrogaciones. ¿Qué lluvia de amores perdidos y qué desiertos de luz se filtran entre los dinámicos planos azules y ocres de “La trepada”? ¿Qué incierta pasión destilan los rojos de “Infinito” en el espíritu de Stella Maris? ¿Hay en esas diagonales, convergencias y fracturas, una oculta referencia a los anhelos y tensiones que en las trastiendas de la voluntad agitan su conciencia? No podemos saberlo, pero aguzando los sentidos es posible percibir, en ellas, el turbulento, incesante y necesario rumor del mundo."
"Stella Maris Guillaume presenta sus pinturas como una expresión de sinceridad. Comprendió que, para una parte del arte, la realidad ya ha sido expresada y, quizás, me animaría a decir, agotada. De ahí el llamado a plasmar, por medio de la pintura, una forma distinta de encontrar la sensibilidad y poder transmitirla de una manera particular. La pintura de Stella Maris se caracteriza por expresar principios racionales, empleando el uso de elementos neutrales y de valor universal. Sin una anécdota particular para narrar, su arte se convierte en la devoción de su sinceridad ante la tela. A diferencia de los fundamentos que comportan diferentes religiones, obligadas por sus preceptos a evitar la representación de la figura humana, Stella Maris guía al contemplador en el abordaje de la obra por el camino de los títulos. En “El ojo” intervienen los círculos asociados a una forma oftálmica. Sin embargo, nada hay allí de anatomía humana y sí, al igual que en la música, formas y colores que se suceden sobre la superficie. En “Azul profundo” diferentes imágenes nacen de la tonalidad más clara y se expanden como cuando arrojamos una piedra al agua de un lago en calma. Stella Maris Guillaume se desplaza por la superficie pictórica creando una escala de valores tonales nacida de su personalidad."